miércoles, 8 de octubre de 2008

Como cuando tenía 15

Ayer reveví la adrenalina que tiene el teatro, pero no me refiero a la adrenalina de estar sentada en una butaca, hablo de estar en el escenario.
Me trajo todo tipo de recuerdos estar sobre las tablas, aunque no fueran "tablas" literalmente hablando.
En unos minutos se me pasaron mil cosas por la cabeza, el olor a encierro de la sala del teatro San Martín, los debates post clase en el paseo La plaza, las puteadas del profesor, los personajes que circulaban por la zona, las charlas con los compañeros.
Fue rarísimo verme después de 8 años, rodando sobre el piso con extraños, haciendo caras deformes con un señor entrado en años, someterme a una sesión de masajes descontracturantes de una chica y después tener que retribuirle dicho afecto. Osea, la tuve que masajear yo a ella. Fue raro, interesante y divertido. En algún punto, ayer reconsideré hacer teatro otra vez.
Después me dí cuenta que, ahora estoy de la otra vereda, de la que escribe para que los demás interpreten, y que me dá mucha muchisima vergüenza hacerme la deforme frente a extraños.

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